lunes, 24 de octubre de 2011

Con olor a sangre

He soñado con el mar. Tengo claramente en mi cabeza la imagen de mi sueño. No se si es un recuerdo o simplemente un sueño, pero he recordado a que sabe el mar. Me sabe a triste, a olvidado. Es un mar oscuro, de aguas casi negras, con pequeñas olas en la orilla de la playa. Una playa desierta, con un olor a azufre muy fuerte. El mar se ve inmenso, inquietante, violento, a pesar de no ser más que un montón de agua turbia que apenas se mueve. Hay algo más, no se que es.


Mientras camino por la playa, siento en mis pies el grano de la arena, siento el viento helado con prisa, como si pasara a través mio, molesto por mi quietud. Parece apurado, intenso, deseoso de llegar a algún lado, con alguna deuda que cobrar.


Luego la arena me habla. Escucho una voz quebrada, imperceptible, el susurro de un secreto. Pero no entiendo lo que dice, solo oigo un gran lamento y siento que mis pisadas le son incomodas a la tierra, cansada de soportar el peso de mi alma, resentida con mi raza, ajena a mis pesares. Divorciada de mi.


Me echo en la arena hostil. Hay una voz que clama en el silencio, son los días del hombre que llegaron a su fin. Son mis días en un rincón olvidado del mundo.


Llevo varios días en este sótano, y nadie ha venido por mi. ¿Es que no tuve una buena vida? ¿No tengo a nadie que responda por mi? ¿He hecho algo mal? ¿Es esto un castigo? No solo no han venido por mi sino que tampoco escucho a nadie cerca. Parece que solo yo estuviera vivo, tan contrastante con la realidad de los libros que leo uno tras otro. Ayer terminé de leer Los Tres Mosqueteros de Alexandre Dumas. Me he emocionado hasta las lagrimas, trataré de buscar algo más de este autor. El habla de un mundo con vida, con una historia, con deseos, sueños, acciones. Aquí solo tengo silencio. Un silencio vacío, un silencio sin memoria.


Y si aun así la recobrara... ¿De que me serviría? Estoy solo, no veo a nadie, no escucho a nadie, no siento a nadie. ¿Y si pudiera salir?... ¿para que? Seguiría solo, sin saber quien soy o que hago aquí... Sueño con recobrar la memoria y con salir de aquí... pero tengo un gran temor, el presentimiento de no poder conseguir las dos cosas y si no son las dos, prefiero no tener ninguna. Memoria sin libertad o libertad sin memoria... no me sirve, no lo quiero. Prefiero morir así, olvidado y olvidando todo.


Los libros y mis sueños son mi único refugio. Ahora duermo mas de lo normal, solo así siento que vivo de verdad...aunque sea un poco. 


Ya se que es eso en el mar, es otro olor...hay veces es mejor no recordar.

martes, 11 de octubre de 2011

El significado de las palabras

Tengo un tatuaje en mi espalda. No me había percatado sobre esto hasta hoy en la mañana. Me quite la ropa para examinarme, ya que estoy bajando de peso notablemente. Aun tengo comida, pero la raciono con mucho cuidado, es por eso que bajo de peso.

No se como, pero por el reflejo de la escotilla pude ver una mancha en mi espalda, luego quise ver que era, pero no lo distinguía bien, trate de mover la escotilla y me subí a un banco para ver con el reflejo que era lo que decía. Después de un buen rato de intentos, pude distinguirlo con precisión. Es una frase que dice: Es el Exile.

Busque en un diccionario el significado de la palabra, a pesar que que yo sabía lo que significaba. En ese momento me di cuenta que no hablaba un solo idioma. Aun así, busque el significado de Exile. Expulsado de su sitio de origen. Alguien que se separa a si mismo de su casa. Expulsión por una autoridad de un lugar a otro. Salir de....

Este último significado me hizo reír, y luego los otros. Salir de... Que irónica situación. Soy un tipo atrapado en un sótano y tengo tatuada la frase Exile en mi carne. Estoy atrapado y no puedo salir, sin embargo el destino me dice: Salir de...

No se donde estoy, no se quien soy, no se quien fui... pero se que este no es mi lugar, no pertenezco aquí. Soy un exiliado de mi propia vida, de mi destino, de mis recuerdos, confinado a un espacio pequeño lleno de libros y memorias que otros escribieron hace cientos de años, pero que no son mis memorias, no son mis recuerdos. ¿De que me sirve? ¿Para que conocer la vida de los otros si no me conozco a mi mismo? Si no soy dueño de mis memorias...

Me puse a llorar, estalle en llanto, llore y llore... luego sin quererlo empece a reír, una risa burlona, sarcástica, una risa vacía, pero al fin y a al cabo una risa... poco a poco el silencio, de nuevo el silencio. Es el Exile me dije a mi mismo... y me quede dormido.

Es el Exile

jueves, 29 de septiembre de 2011

Mil Novecientos Ochenta y Cinco

Hace tres días que no escribo nada en esta bitácora. He estado demasiado ocupado debido a los eventos recientes en lo que se ha convertido mi pequeño mundo. Y lo digo así porque no tengo una necesidad imperiosa de salir de aquí. Es cierto que todos los días trato de ver la forma de abrir esa puerta, pero no me es necesario hacerlo.


La puerta que si he llegado a abrir es la que descubrí hace varios días detrás de un archivador. Pude romper la puerta con relativa facilidad, sin embargo no pude entrar de la misma manera. Detrás de la puerta había un cumulo de cosas que me impedían entrar, fue necesario embestirla con mucha fuerza para hacer que los libros que estaban atrás cedieran y de derrumbaran. Eran libros. Mi sorpresa fue grande cuando pude entrar, ya que era una habitación repleta de estantes de madera y libros. No podía creerlo. Sabía que lo que tenía ante mis ojos era una especie de reliquia y aunque no recuerdo nada de mi vida pasada, tengo la certeza de que nunca antes me he topado con algo así.


El cuarto era oscuro y estaba pintado de verde, las paredes de ladrillo igual que las del cuarto del costado. También había otra puerta que daba hacia una especie de inbat, claro que este era antiquísimo, al parecer de siglos atrás igual que todo lo del lugar. Este hallazgo me puso particularmente contento ya que significa que hay un sistema que llega al exterior de este lugar. El inbat no funciona como era de esperarse pero aun así lo use, ya que estaba votando por la escotilla del otro cuarto todas mis heces. 


Hay miles de libros a mi alrededor. Todos tienen un olor muy particular que no dejó de aspirar. He cogido un libro que se llama Mil Novecientos Ochenta y Cinco, de Anthony Burguess. El libro consta de dos partes, una es la discusión acerca de la distopía de un tal Orwell y la segunda parte es una novela futurista ambientada en 1985, siete años después de su verdadera publicación. Es curioso, ya que para mi las dos fechas son un pasado muy lejano.


Pero fue entonces cuando  vino a mi mente la imagen de un numero: XXIV. Estoy seguro de que esta es mi era, tengo la certeza de estar en el siglo XXIV. Sin embargo no se que año es... 


Junto con el recuerdo del numero XXIV en mi cabeza vino a mi un rostro hermoso. Es una mujer de tez hermosa y cabello castaño, con una mirada perdida en el horizonte, como si esperara algo. No se quien sea pero he soñado con ella desde entonces.



miércoles, 21 de septiembre de 2011

Silencios Obligados

Ya puedo caminar, no puedo salir de aquí.
El cuarto en el que me encuentro es algo así como una antesala, un cuarto de espera. Es rectangular, de casi tres metros de ancho por diez de largo, o por lo menos eso es lo que he podido medir a partir de mi estatura. Es raro, recuerdo mi estatura... también recuerdo mi peso. 78 kilos y mido 1.80 m. Es curioso como actúa el cerebro, lo que menos necesito recordar ahora es lo primero que se me viene a la mente.


Ya puedo caminar, lo dije antes. El adormecimiento y la falta de sensibilidad se fueron de mis piernas poco a poco, aunque experimenté fuertes calambres en el proceso. Sobretodo cuando trataba de hacer algún esfuerzo.


No hay solo una puerta en la habitación como había pensado en un inicio, Hay una segunda puerta también atascada pero más fácil de abrir, es de madera. Este lugar debe ser muy antiguo, no tengo ningún recuerdo que identifique pero estoy seguro que las puertas de madera son algo que nunca he visto.


La puerta estaba oculta detrás de un archivador bastante pesado, igual de antiguo que la puerta. Esta noche o mañana trataré de abrir esa puerta. Calculo que puedo romperla o empezar a rasgarla con las manijas o los bordes de los cajones del archivador.

Pero ahora estoy muy cansado para tratar. Me he lastimado el hombro tratando de abrir la puerta de salida que está sellada por fuera.


He empezado a descoser las dos mochilas con una cuchilla pequeñísima que encontré en uno de los bolsillos. Quiero protegerme del frió. Por ahora he vendado todo mi cuerpo para poder tener algo más de calor y al atardecer uso uno de los cajones del archivador para tratar de tapar la pequeña escotilla que me da luz. Quedo varias horas en la oscuridad y el silencio hasta caer en un sueño obligado a causa de la inacción y el aburrimiento.
No se quien soy, ni que hago aquí.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Lentamente

No logro entender que me ha pasado. Poco a poco voy recobrando la movilidad de mi cuerpo. Las piernas aun las tengo adormecidas y no lo suficientemente fuertes para mantenerme en pie. Desperté tiritando de frío, la temperatura desciende muy fuerte durante la noche. No creí llegar al día de hoy.

Estoy en una habitación sin luces. Las conexiones son realmente antiguas. Sin embargo no puedo precisar la fecha ni el año en el que me encuentro. No recuerdo nada, ni mi nombre ni el porque estoy aquí. Por momentos me asalta el recuerdo de rostros, pero no se quienes son, no se si serán reales o solo mi imaginación.

Lo cierto es que alguien me ha dejado aquí intencionalmente. La mochila que encontré a mi costado esta llena de libros y libretas de apuntes. Tiene también un maletín médico con agujas, líquidos, y vendas.

Hay una puerta que esta trancada por fuera y no puedo abrir. Aun no tengo las fuerzas suficientes para emplear todo mi empeño en abrirla pero no creo poder hacerlo. Al costado de la puerta he encontrado otra mochila, mas grande que la mía, repleta de alimentos. Sobretodo barras de energía y una considerable cantidad de liquido. Alguien me ha dejado encerrado sin saber quien soy ni porque estoy aquí. Alguien que al parecer no quiere que muera o quiere que lo haga muy lentamente.

Solo quiero poder caminar para salir de este lugar.

martes, 13 de septiembre de 2011

Día Cero

He despertado al atardecer. Una pequeña escotilla me deja ver un tenue reflejo solar  entre las densas nubes. La escotilla esta sellada por barrotes gruesos y permite que el aire frió se cuele entre ellos. Fue el viento el que me despertó.

No se quien soy, ni que hago aquí, en un oscuro sótano de paredes de ladrillo antiquísimas. Deben ser del siglo XX. Mis piernas no me responden, tampoco el brazo izquierdo, en general el cuerpo entero, tan solo mi cabeza y la mano derecha en forma errática.

No recuerdo nada. He atinado a sacar un cuaderno de la mochila que tengo a mi costado. Solo distingo formulas, pequeñas notas, pero nada más. Tengo miedo. Me he puesto a escribir por impulso, para que sepan que estuve aquí, para tratar de recordar quien soy. ¿Porque me ha pasado esto?

Todo oscurece, ya casi no veo. El frío es intenso. No quiero morir. Ayúdenme.